Reivindicar el cooperativismo como modelo económico y social alternativo, solidario por naturaleza, y hasta como forma de vida, es probablemente un gesto de desobediencia en la Argentina actual. Eso que hace 100 años fluía con absoluta naturalidad en casi todo el territorio, asociarse, vincularse, asumirse como parte de un colectivo organizado capaz de resolver las necesidades comunes. Trazando propósitos que en principio asoman como inalcanzables o disparatados.
¿Cómo es posible que vecinos y vecinas asociadas -sin conocimientos técnico ni dinero- desplazaran a multinacionales brindando mejores servicios y más baratos? ¿O que asociados presten servicios y sobrevivan hace décadas en zonas rurales en las que ninguna empresa invertiría un centavo? Y, por supuesto, que trabajadores y trabajadoras organizadas gestionen grandes fábricas que privados descartaron por supuesta inviabilidad.
Parte de la respuesta a estas preguntas es que no los moviliza el ánimo de lucro, si no lazos humanos y culturales tan fuertes como para sobrevivir a los peores embates de la historia, a crisis económicas, a malas políticas o incluso, a políticas enemigas del cooperativismo.
Eso es el cooperativismo también: hacer posible lo imposible.
La frase del Papa Francisco en el año 2015, reunido con la Confederación de Cooperativas de Italia, resume de manera extraordinaria el espíritu de las entidades solidarias:
“Las cooperativas lo desafían todo. Incluso desafían la matemática: en una cooperativa uno más uno da tres, y en una cooperativa un fracaso es medio fracaso”.
El modelo de economía solidaria es sin dudas la cara opuesta del capitalismo, antepone el ser humano a la propiedad privada, y el esquema comunitario al individualismo. ¿Cómo no pensarlo desobediente en el actual escenario Argentino donde el individualismo es ley?
Unirse, entenderse y asociarse
En 1878 el historiador, periodista y dirigente socialista Alejo Peyret, dirigente de la Colonia San José de Entre Ríos, sostuvo que no le alcanzaba la idea de fundar una colonia y abandonarla a su suerte:
“Quisiera, pues, que hubiera en las colonias instituciones cooperativas y bancos de crédito agrícola para proveer de capitales en módicas condiciones a los trabajadores rurales; y ponerlos así al cubierto de un probable desalojo.
Quisiera que hubiera cooperativas que provean a los socios colonos a “precio de costo” todos los artículos de consumo local.
Amaos los unos a los otros, dice el evangelio. Pero no basta amarse: es necesario unirse, entenderse y asociarse para sobrellevar con más facilidad la carga de la vida”.
Peyret, había nacido en Francia y se convirtió en uno de los precursores del cooperativismo en el país.
Recuperar historias
La idea es reunir en esta web historias y ejemplos de cooperativas de Argentina. Es técnicamente imposible abarcarla a todas, indagar en las particularidades de cada historia de lucha, en la identidades que forjaron. Algunas logran conservar el espíritu original de sus pioneros, otras no. La renovación generacional en el cooperativismo y el sostenimiento de sus valores son en sí otro capítulo.
Hace unos meses me propuse un inventario abarcando aquellas que brindan servicios audiovisuales, motivada por la historia del canal CPETV. Cuando empecé a reunir el material sentí cierta frustración, me di cuenta que sería un trabajo arduo y minucioso. No el número frio de cuántas brindan servicio de tv por cable o cuántas tienen sus propios canales, aunque el dato1 es impactante y demuestra la vitalidad y solvencia del modelo, si no la historia detrás de esas pantallas o servicios, las búsquedas, el factor humano. No desisto de la idea y -por lo pronto- este domingo me detengo en la experiencia cooperativa de Devoto en Córdoba.
El cooperativismo es desobediente del sistema capitalista en origen. Es el legado de aquellos inmigrantes que llegaban a la Argentina con ideas de mutualismo y cooperación. Obreros socialistas y anarquistas que se organizaban para evitar la explotación patronal o sectores sociales que encontraban en el asociativismo respuestas concretas a problemas sociales o económicos.
Esa es la influencia que hoy persiste en muchas ciudades y localidades argentinas con cooperativas centenarias. Y esa es, probablemente, la influencia que necesitamos revitalizar, poner en práctica, para auyentar la lógica amenazante del hombre como lobo del hombre.
- Hasta 2020 se registraron 547 cooperativas que brindan servicios de conectividad en Argentina según el estudio elaborado por Diego Rossi y Milton Oddone para la Cátedra Libre de la UNLP Conectividad, servicio esencial y garantía de derechos. En 1999 eran 274.
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Sin dudas que el sistema cooperativo es bueno y funciona cuando hay participacion. Por algo fue que m de hoz quiso destruirlias y obligo a las cocp de credito a transfornarse en banco. E impuso normas al igual que su sucesor menen que las perjudican en lugar de facilitar su «competencia» con el resto de las empresas . Por falta de participacion lo que favorece la corrupcion cayo una gran cooperativs como fue El Hogar Obrero. Creo que sumar aunar y compartir con un noble proposito es hoy revolucionario y necesario.