Esta semana el gobierno de Javier Milei obtuvo una victoria parlamentaria muy esperada, se aprobó la Ley de Bases luego de un derrotero que incluyó insultos del presidente a los legisladores, ofrecimientos de cargos, manifestaciones, represión y detenidos.
En el capítulo II del proyecto se autoriza al ejecutivo a privatizar total o parcialmente 8 empresas públicas.
Las empresas que quedan a un paso de la privatización son Intercargo, Enarsa, Nucleoeléctrica Argentina y Yacimientos Carboníferos Rio Turbio. Mientras que podrán privatizarse o concesionarse AYSA, Belgrano Cargas y Logística, Sociedad Operadora Ferroviaria y Corredores Viales.
El argumento del déficit para desprenderse de compañías estatales es apelable, si una empresa estatal garantiza derechos allí donde los privados no ven negocios, ¿Es correcto aplicar un criterio netamente rentable?
El sector privado no invierte en servicios y obras en regiones que no garanticen un determinado margen de ganancias. Al fin y al cabo, ¿por qué querrían perder dinero? También el argumento de la búsqueda de eficiencia es objetable, en la historia reciente de privatizaciones no se demostró que las gestiones privadas sean más eficientes, al contrario.
Aún aceptando que esa es la lógica que impera, quedan algunos cabos sueltos. Entre las empresas que serán vendidas algunas exhiben superávit operativo. ¿Cuál es entonces la justificación para privatizarlas?
NUCLEOELÉCTRICA ARGENTINA S.A
Nucleoeléctrica Argentina es la empresa que tiene a su cargo el funcionamiento de las tres centrales nucleares de Argentina: Atucha I, Atucha II en Zárate y Embalse en Córdoba. También los proyectos de mantenimiento o construcción de nuevas plantas nucleares.
El capital accionario de la empresa se reparte entre el Ministerio de Economía (79%), la Comisión Nacional de Energía Atómica (20%) y Energía Argentina (1%).
En la actualidad tiene casi 3200 trabajadores y sus ingresos generan superávit operativo, así lo demuestran los números del año pasado que arrojaron un saldo positivo de $323.326 millones.
LOS TRABAJADORES RECHAZAN LA PRIVATIZACIÓN
Matías Velo es Secretario General de Luz y Fuerza y en la semana mantuvieron reuniones con legisladores para pedirles que no acompañen con su voto la privatización de NA.
“La empresa no ha entrado en déficit, mantiene sus cuentas ordenadas y de forma transparente, por lo cual sospechamos que se trata de terminar lo que se comenzó en los 90, cuando la llevaron a un esquema de sociedad anónima y hoy se quiere poner a la venta parte del paquete accionario, el 49%”, explica.
Nucleoeléctrica en manos de los argentinos es fundamental para preservar la soberanía energética y el desarrollo científico nacional. Nuestro país fue pionero en este tipo de obras. En 1968 se empezó a construir Atucha I y se convirtió en la primer central nuclear de potencia en América Latina.
“Hay un gran negocio de fondo que tal vez esté ligado con intereses extranjeros, hay que recordar que se iba a instalar otra central nuclear más en Zárate y que no prosperó por la intervención directa de Estados Unidos durante el gobierno de Alberto Fernández”, dice Velo respondiendo en parte a los motivos que encuentra el oficialismo para avanzar con la privatización de una empresa estratégica y superavitaria.
La obra se iba a realizar con la inversión de China y significaba la ampliación de la matriz energética del país con una tecnología que tiene bajo impacto en el medioambiente ya que no genera gases que contribuyan al efecto invernadero.
“Nadie sabe con exactitud qué valor tiene cada acción. Tranquilamente podrían llevarla a un valor irrisorio para que la compra sea más barata y la gran preocupación es que capitales extranjeros se queden con ellas a través de testaferros locales”, explica el referente de Luz y Fuerza.
El desarrollo nuclear no solamente incide en la política energética, también tiene incidencia en la salud. Matías Velo destaca que “En Atucha se realizan estudios científicos que en pocos lugares del mundo se desarrollan, en Embalse se generan isótopos para la medicina nuclear, esa parte de la medicina que se ocupa de combatir el cáncer, hay cosas con las que no se puede jugar y en este caso se está jugando con algo muy serio. Hace 50 años que las opera el Estado. Sólo un trasnochado puede ponerlas a la venta”.
Si bien no se registraron despidos en la empresa, se sienten los efectos del desfinanciamiento y en particular genera preocupación la parálisis en la obra de extensión de vida para Atucha I.
El plan nuclear de Argentina comenzó su desarrollo cuando en 1950 cuando el presidente Perón creó a través de decreto la Comisión Nacional de Energía Atómica. En 1990 fue suspendido por el gobierno de Carlos Menem y reactivado en 2005, presidencia Néstor Kirchner, con la finalización de la obra Atucha II. Una muy ajustada síntesis de la historia de un sector estratégico que no debería estar condicionada por los vaivenes políticos del país.