La instalación de un gobierno de corte autoritario y con discurso reivindicador del terrorismo de estado nos empuja a una estadio de dudas e incertidumbre. ¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Cómo es que la mayoría de los argentinos decidieron que estaba bien darles el poder? ¿Todos los que votaron a Milei son negacionistas? Se instala la mirada desconfiada al otro casi de forma irreversible.
Hace tiempo que en Argentina aprendimos a mirar con desconfianza al otro, que a su vez nos retribuye del mismo modo. La duda es el otro.
Es un planteo que excede lo político o partidario y roza por momentos lo existencial. ¿De qué estamos hechos? ¿Qué nos pasa a cuarenta años de democracia que premiamos con el voto a un presidente que ve enemigos en todos aquellos que piensan diferente? A una vicepresidenta que visitaba a Videla, hija de un militar que se jactaba de haber combatido la “subversión”, o a diputados que organizan visitas a genocidas en un vehículo del Congreso.
Chicos, tenemos que hablar. ¿Saben quién fue Astiz?
“Nací en el 93, ¿Cómo voy a saber quién es?”, se excusó la diputada de La Libertad Avanza en una entrevista. Una diputada de 31 años, que dice desconocer a Astiz, y asegura que acudió engañada a una visita “humanitaria” al grupo de genocidas.
Pero no es en Arrieta que quiero detenerme, quizás mienta, quizás no. Está claro que en la actualidad parece no haber consecuencias para quienes revindican estas visitas, es decir, no tiene necesidad de mentir. También está claro que circula entre legisladores oficialistas un proyecto para beneficiar a los genocidas.
Quiero detenerme en la figura de Astiz y preguntarme, preguntarnos, si nuestros pibes, nuestras pibas, en medio de tanto barullo, saben quién es.
Podría elegir otros nombres de genocidas, pero el estupor que generó la respuesta de Arrieta motiva el interrogante. Hice una pequeña prueba, le pedí a unos jóvenes estudiantes universitarios que pregunten a sus compañeres por el apellido del represor. En una treintena de consultados la mitad no tenía referencias de Alfredo Astiz.
Sé que esta prueba carece de rigor científico y es sólo un pequeño testeo, pero alimenta mi presunción de que el problema es mucho más grande que Arrieta, o el propio Milei incluso.
¿Quién habla con las nuevas generaciones? ¿Quién les enseña lo que pasó en la dictadura? ¿Qué información les llega en las redes sobre este tema? ¿Cuánto se aprende en la escuela de la dictadura?
Asumo que como madres, padres, tíos abuelos, tenemos un rol que debe ser activo en la educación, pero no siempre encuentra lugares o momentos adecuados.
¿Cuántas veces las familias coinciden en la mesa y disponen de tiempo de calidad para hablar de diversos temas? No es una pregunta desatinada si atendemos lo que sucede con los trabajadores que, empobrecidos y precarizados, sólo buscan la forma de sumar más ingresos para llegar a fin de mes.
Y efectivamente, como punto de partida debemos reconocer que hay una porción de esos padres, tíos o abuelos, que estuvieron o están de acuerdo con el terrorismo de estado. No son la mayoría, ni representan el porcentaje de votos que tuvo Milei. No, no es tan lineal. Y hay estudios enfocados en esa duda.
Números y pendientes para la democracia
El observatorio Pulsar que depende de la UBA indagó en eso recientemente. Ante la pregunta de cuánto valoran vivir en una democracia los 1250 encuestados apuntaron un 9.3. La calificación desciende al momento de valorar la actual democracia: 6.6. Es decir, se respalda fuertemente el sistema democrático aunque “esta” democracia genera decepción, sobre todos en los más jóvenes.
La insatisfacción democrática, gran aliada para el avance de las propuestas de extrema derecha, aquí y allá.
Googlear a Astiz
La diputada Arrieta asegura que debió googlear quién era Astiz. A partir de este revuelo seguramente muchos lo hicieron. Aquí van algunos datos del genocida que engañó a esas madres, que buscaban a sus hijos desaparecidos, y las entregó a las patotas de torturadores de la entonces ESMA.
No es un ángel, es un genocida.
Al momento del golpe de estado Alfredo Astiz, oriundo de Mar del Plata, tenía 24 años y era Capitán de Fragata. Luego, fue destinado al grupo de tareas 3.3.2 que lideraba otro siniestro: el Tigre Acosta. Con su belleza hegemónica y rostro aniñado era candidato ideal para inteligencia. Claro, un rostro angelado no era el único requisito para semejante tarea.
Hacia junio o julio de 1977 Astiz ya frecuentaba a las madres que estaban organizándose y cada vez eran más. Se presentó como Marcelo Niño, dijo ser hermano de un desaparecido. Las Madres le sugerían que no se junte con ellas, temían por su seguridad. Durante meses acudió a las marchas y reuniones, incluso algunos testimonios hablan de su vínculo con Azucena Villaflor a la que visitó en su domicilio. Solía llevar consigo a una muchacha, que permanecía callada, a la que hacía pasar como su hermana. En verdad se trataba de Silvia Labayrú, una joven secuestrada y detenida que la ESMA que era obligada a acompañarlo.
En diciembre de 1977 las Madres estaban abocadas a la tarea de reunir dinero y firmas para publicar una solicitada en el diario La Nación reclamando por cientos de desaparecidos. Estaba dirigida al propio Jorge Rafael Videla.
¿Se imaginan publicar una solicitada en plena dictadura reclamando por los desaparecidos? Eso hacían las Madres buscando a sus hijos, arriesgaban su propia vida.
Era 8 de diciembre y la reunión se llevaba a cabo en la iglesia de la Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal. Alfredo Astiz saludó con un abrazo -a modo de marca- a cada una de las personas que fueron secuestradas por la patota de la ESMA. Las madres Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce, estaban allí junto a Raquel Bulit, Horacio Elbert, Angela Auad, Remo Berardo, Gabriel Horane, Patricia Oviedo, Julio Fondovila y la monja francesa Alice Domon. Todos fueron saludados por Astiz, a todos se los llevaron. Ese día la presidenta de las Madres, Azucena Villaflor no había podido asistir.
Al otro día, con el horror de las desapariciones recientes, las madres se reúnen en las puertas del diario La Nación, tenían miedo, pero estaban decididas a no ceder en la publicación de la solicitada.
De nuevo, ¿Se imaginan publicar una solicitada en plena dictadura, reclamando por los desaparecidos cuando hace sólo unas horas tus compañeras engrosaron esa lista?
El diario Clarín había rechazado publicar los nombres. En La Nación les pidieron que vuelvan con los nombres tipeados: eran 804. Trascendió que tampoco quisieron aceptarles los billetes chicos y monedas como forma de pago. Se las ingeniaron como pudieron. La solicitada salió.
La mañana del 10 de diciembre, la presidenta de las Madres, Azucena Villaflor, salió temprano a comprar el diario para ver la solicitada. Nunca regresó.
Ese mismo día se llevaron a Léonie Duquet, la otra monja francesa.
Los doce de la Santa Cruz, como se recuerda a este grupo de madres, familiares y activistas, fueron torturados en la Escuela Mecanizada de la Armada y arrojados en los vuelos de la muerte.
En noviembre de 2010 Norita Cortiñas dio testimonio en el Tribunal Oral N°5, en el marco del juicio por los delitos cometidos en la ex ESMA. Recordó que las madres le pedían a Astiz que se vaya, era muy joven y temían que sea secuestrado. “Caminaba en el medio de nosotras, nos agarraba del brazo, y nosotras éramos muy ingenuas, todavía somos un poco ingenuas”.
“Qué terrible esa represión: se llevaron a los hijos, a los hijos de esos hijos, ¡y llevarse a las madres que buscaban a sus hijos!” Nora Cortiñas.
Hace unos días en una entrevista en AM530 Carmen Arias, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, dijo descreer de la ignorancia de la diputada libertaria.
“Astiz para las Madres fue lo más tenebroso. Fue infiltrado por la marina en el grupo de Madres, presentándose como Gustavo Niño y diciendo que tenía un hermano desaparecido. Las Madres lo acompañaban a veces a tomar el colectivo porque tenían miedo que le pasara algo a él, porque era un chico joven, y marcó a las tres mejores Madres. Primero le decían el ángel rubio, después el ángel de la muerte”. El término que utiliza Carmen, Madre de Plaza de Mayo, es certero. Siniestro.
Astiz estuvo involucrado en otras infiltraciones, secuestros y asesinatos. El tipo que se jactaba de “saber matar” se entregó a los ingleses sin disparar una sola bala cuando le tocó defender Malvinas.
Tras el regreso de la democracia gozó de años de impunidad en Argentina. En 1990 en Francia, en un juicio en ausencia, lo condenaron a perpetua por los asesinatos de las monjas Domon y Duquet.
Hay numerosas crónicas de los noventa que dan cuenta de los escraches que motivaba la presencia del genocida. Podríamos decir que era un repudio de índole federal (Aquel “a dónde vayan los iremos a buscar” era una realidad ante la falta de justicia). No existían redes pero el rostro del “asesino de monjas” estaba instalado y se lo reconocía fácilmente. Algunos amigos vinculados a la familia militar supieron brindarle conchabo en diferentes oportunidades para que pudiera permanecer a resguardo. Salir de país no era sencillo para él, había pedidos de capturas por los crímenes de las monjas francesas, la estudiante de ascendencia sueca Dagmar Hagelin y el secuestro de tres ciudadanos italianos.
La política y la justicia les otorgaron impunidad durante muchos años, la sociedad no.
Algunas noticias de esos años:
*Alfredo Chaves había sido detenido el centro clandestino el Vesubio y torturado. Se mudó a Bariloche. Allí se lo encontró al represor pretendiendo una temporada de esquí en 1995. Es el autor de “La piña de Astiz” aún recordada. El mismo describió los hechos un tiempo después. Les sugiero este link.
*En 1997 Alfredo Astiz fue con unos amigos a un boliche de Gualeguay, Entre Ríos. Una adolescente lo reconoció, lo insultó y escupió. Algunos dicen que Astiz hizo un gesto para tomarla del brazo y todos los amigos que la acompañaban se le fueron encima. Los dueños del local debieron resguardar su integridad física. Hay más de esto por aquí.
*“La dura vida social de un torturador”, Tituló en 1997 el diario El País, de España, una nota donde repasaba el repudio constante que generaba en cada lugar que se presentaba el militar.
Astiz pertenció a la Fuerzas Armadas hasta 1998. Recién en 2003 con la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia de Vida fue sentado en el banquillo de los acusados y condenado. Algunos amigos le quedan parece, a juzgar por sus visitas.