En los últimos días la figura del «Ángel de la muerte», Alfredo Astiz, tomó centralidad por la visita de los legisladores y legisladoras de LLA a un grupo de genocidas. Una de las diputadas en cuestión, Lourdes Arrieta, aseguró que debió googlearlo para saber quién era.

Alfredo Astiz tenía 24 años cuando el golpe de estado, fue parte del grupo de tareas del «Tigre» Acosta en la ESMA. Se infiltró entre las Madres de Plaza de Mayo y las entregó. Secuestró, asesinó, y su nombre resonó en la escena internacional por diferentes crímenes, como el de las monjas francesas, Leonie Duquet y Alice Domon, o la adolescente Dagmar Hagelin, entre otros.

Cuando regresó la democracia permaneció en la armada y se mostraba desafiante. En esos años de impunidad nacieron los escraches. Y el cántico «a dónde vayan los iremos a buscar» se hizo carne en el caso de Astiz. Aquí dos de Los episodios más resonantes.

La piña a Astiz en Bariloche

El año próximo se van a cumplir 30 años desde aquel 1 de septiembre de 1995 en el que Astiz, planeando disfrutar de las bonanzas de la ciudad patagónica se encontraba en las afueras del Llao Llao cuando fue abordado por una vícitma de la dictadura, Alfredo Chávez, que le pegó más que una piña:

«Me acerqué y le pregunté ¿Vos sos Astiz?. Sí, ¿vos quién sos?”. Vos sos un hijo de puta que todavía tiene cara para andar por la calle. Y me miró de costado, con asco. Ahí le pegué un golpe de lleno en la cara, se fue para atrás y se dobló. Le pegué una patada en las bolas, más patadas y trompadas hasta que me agarró como para tirarme, pero no pudo. Le seguí pegando en la cabezota y le metía los dedos en los ojos, gritándole “hijo de puta, criminal, asesino. Fue un desahogo», contó Chávez hace unos años al diario Río Negro.

«El tipo sangraba, pero ni dijo nada. Yo le grité de todo: “vos te cagaste con los ingleses y lo único que sabés es matar adolescentes por la espalda. Tiraste monjas de los aviones, hijo de puta, cobarde, traidor a la patria. Todo ese verdugueo lo disfruté más que las trompadas».

Los genocidas van al boliche

Un par de años después, en agosto de 1997, Alfredo Astiz programa una salida al boliche Xangó de GualeguayEntre Ríos. Ocupa una mesa y una joven de 17 años advierte su presencia. Se acerca, lo escupe, lo insulta. Los amigos de la adolescente reaccionan cuando Astiz atina a tomarla del brazo y le caen encima.

Los dueños del establecimiento en ese momento dieron su versión de los hechos «nos acercamos a la mesa y el personal de seguridad evitó que un grupo de muchachos, que estaba enfurecido, lo golpeara; allí le pedimos que se fuera y lo hizo sin decir ni una palabra». En sólo unos minutos Astiz quedó rodeado de personas que lo insultaban y debieron montar un operativo para sacarlo del lugar.

En esos días Astiz encontraba asilo en la estancia del hijo de un militar de esa provincia ya fallecido, Luciano Reyes, con quien concurrió al local nocturno.

Lee más sobre Alfredo Astiz en este informe:

https://felicitasbonavitta.com/wp/2024/08/04/el-oscuro-mundo-de-astiz/

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