Pina Fiore, Madre de Plaza de Mayo, con sus 93 años no se pierde un jueves en la plaza. Sonrisa amplia siempre, brillo pícaro en los ojos, desde la silla de ruedas que empuja una joven orgullosa, Pina arenga cánticos y alterna entre palmas y dedos en v.
Estas mujeres pudieron ver a través de la historia y fueron urdiendo, paso a paso, palabra a palabra, un mensaje tan poderoso como indeleble.
Josefa “Pina” de Fiore vino de Italia, Sicilia. Su marido había sido prisionero durante la guerra y pensó que Argentina sería un buen lugar para ver crecer al pequeño Vicente (de ahora en más Enzo). Pina recuerda su infancia, su padre, el lugar en el que creció, con mucha claridad.
Enzo trabajaba en la empresa Peugeot, era militante socialista y se gastaba su dinero ayudando a los pibes de la villa. Fue secuestrado frente a sus padres. Un día entraron 12 uniformados a la casa de Pina y se sentaron a esperar pacientemente. Ella estaba con su esposo y no la dejaron ni moverse. El último recuerdo que tiene de Enzo es el de verlo desaparecer en el Torino que se lo llevó.
Pina recuerda perfectamente las veces que acompañó a un supuesto “Marcelo Niño” al colectivo para que no le pase nada. Se trataba del represor Alfredo Astiz, apodado el “Ángel de la Muerte”. Se había infiltrado entre las madres de los desaparecidos fingiendo la búsqueda de un hermano. “Yo era la primera que lo acompañaba al colectivo. Cuando desaparecieron las madres me enteré quién era Astiz, yo no había ido a la iglesia (de la Santa Cruz), cuando escuché eso me pregunté, cómo puede ser que yo lo acompañaba al asesino?”.
Recuerda perfectamente a Azucena Villaflor, “era muy inteligente”, dice, y evoca las charlas de Azucena en tono militante. La voz de Hebe, que le decía “la Tana”, estará siempre con Pina y motivará su sonrisa.
Antes de empezar a grabar me dice que la entusiasma dejar registro de su historia, que es la de las Madres. Mojones de memoria disponibles por doquier para que nadie olvide el horror. Mojones para que nadie se confunda: el amor es posible aún en las más terribles circunstancias. Las calles, las plazas, son del pueblo.
Es sin dudas un mensaje revolucionario.
La Tana. Pina. La Madre. Las Madres. ¿Cómo podremos agradecerles tanto?
La entrevista completa con Pina de Fiore: