El presidente y Caputo se funden en un abrazo sentido que es posteado en sus redes. Abrazo de gol.

No es un logro que podamos festejar todos los argentinos, el festejo alcanza a un círculo reducido. Festejan con euforia que el fondo acaba de salvarles el gobierno. El ritmo de quema de reservas de las últimas semanas mantuvo en jaque al equipo de gobierno que no da pie con bola.

Movilizaciones multitudinarias en la calle que empiezan a tener otra dinámica, otra constancia y otras caras. Una estafa a la vista de todos que -más allá de estar en manos de un justicia remolona- ahora tiene una comisión investigadora en diputados. El presidente además se dio cuenta que desde el mal paso de la cripto estafa parece tener alguna peste que le impide a muchos acercarse, su amigo Donald Trump le dio una mano con el fondo pero no quiso foto en Mar a Lago.

El aspirante a nobel de la economía cerró la semana con un 3,7 de inflación resgistrada en marzo, y con el salvavidas del FMI al cuello.

En el pasado, cuando era diputado voto en contra del acuerdo negociado por Martín Guzmán por considerarlo inmoral.

En aquella época, el ahora presidente consideraba que «La deuda son impuestos futuros, son impuestos que pagan por ejemplo personas que no votan: nuestros hijos, nuestros nietos, y personas que ni siquiera nacieron todavía». Cuanta sabiduría, la letra chica del documento del fondo, disponible sólo en inglés, deja en claro que el acuerdo prevé recorte de subsidios, privatizaciones, reforma laboral, previsional, impositiva y replanteo de coparticipación de impuestos con las provincias, entre otras políticas que…eso sí, se realizarán después de las elecciones legisativas.

En cadena nacional el presidente se ató a la lectura que extrañamente resulto fluída. Prometió que la meca del crecimiento ya no será a «tasas chinas», será a «tasas argentinas», y aseguró que es el presidente de todos: «en todas las latitudes de la patria, creyentes y laicos, liberales, peronistas radicales, PRO, no importa el partido o credo al que adhieran. No importa a quién votaron».

Un león libertario deseoso de exterminar comunistas y zurdos mugrientos golpeó las puertas del FMI, regresó un Milei solemne, que le pide apoyo a todos los argentinos sin importar a quién votaron, y sin impetú para repetir aquella fórmula que supo rugir. El «viva la libertad carajo!» ya es cosa de otros tiempos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Share via
Copy link