“Rara felicidad de los tiempos en los que es lícito sentir lo que se quiere y decir lo que se siente”
La frase del historiador romano Tácito fue la que eligió Mariano Moreno para el epígrafe de La Gazeta.
En este tramo de la historia que nos convoca, los tiempos para el ejercicio de expresarse en honesta relación con lo que se piensa y se siente son de lo más raros y pocos felices. En la ajetreada discusión por la concentración de medios propiciada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y con la estigmatización que pesa sobre algunas voces, parece escabullirse además la posibilidad de que en algunos casos sea lícito. ¿Algunas voces son más lícitas que otras? ¿Cuáles?
Si en Argentina al periodismo se le habían sumado desafíos de índole políticos, tecnológicos, económicos, laborales y políticos -en su gran mayoría desafíos que exceden ampliamente el escenario local- le llueve del cielo (así parece) a cuarenta años de democracia un gobierno autoritario que ve en el ejercicio de la libertad de expresión una franca amenaza.

Chequeado y re contra chequeado
El reciente informe de Reporteros sin Fronteras no deja lugar a dudas, la llegada de Javier Milei al gobierno significó un retroceso preocupante en los indicadores de libertad de expresión.
Y a los números me remito: entre 180 países Argentina se ubica en el número 66, para dimensionar es relevante tener en cuenta que en 2023 ocupaba el lugar 40. El indicador político es en términos generales el que marca el deterioro de la Libertad de Expresión y evidencia que quienes la socaban son los mismos que deberían garantizarla: las autoridades políticas.
El informe menciona la alta concentración y la opacidad en la propiedad de los medios del país, y la ausencia de políticas públicas para garantizar la pluralidad. Podés ver el informe aquí.
Pero además los trabajadores y trabajadoras de prensa sufren desde hace tiempo un incremento en la precarización de sus tareas y los salarios -en términos generales- lindan con la pobreza.

Si la pregunta jocosa entre colegas hace unos meses era “¿Cuántos trabajos tenés para pagar el alquiler y vivir?”, en la era libertaria la formulación correcta sería ¿Cuántos trabajos te faltan conseguir para pagar el alquiler y vivir? El retiro de la pauta oficial pegó fuerte en los medios más pequeños -y no tanto- y tuvo como repercusión inmediata el ajuste en contratos y planta de trabajadores en términos generales.
El mercado laboral se achicó y los ingresos se desplomaron. Además de la eliminación de la pauta oficial, la retracción en el consumo y la caída de la economía afecta la contratación de publicidad por parte de privados. Si esto cala hondo en Buenos Aires, epicentro de los recursos económicos y mediáticos en general, no es un misterio la situación en las provincias que sufren con más fuerza el ajuste económico.
En Buenos Aires, Mendoza, Santa Cruz, Salta, Corrientes, se constatan despidos de trabajadores que estaban registrados en medios privados. Acceder a datos de monotributistas desempleados es mucho más complejo aunque se sabe que 260 trabajadores y trabajadoras en esa condición fueron desafectados de las diferentes emisoras de Radio Nacional.

Ataque a los medios públicos

El ataque del gobierno de Javier Milei a los medios públicos no tiene antecedentes. El plan es sencillamente destruir y vender todo, para la lógica libertaria para comunicar alcanza con un tuit.

Ese decir, cambiamos medios públicos con llegada a todo el territorio y producción de contenidos por plataformas que obedecen a intereses privados y ajenos al país, y remplazamos periodistas por trolls.

Si avanza la «Ley Bases» Radio y Televisión Argentina será privatizada, mientras tanto el vaciamiento es una práctica diaria. Radio Nacional cuenta con 49 emisoras en el todo el país y desde mayo dejaron de tener autoridades locales para regirse por una lógica centralista a ultranza: todas las decisiones se toman en Buenos Aires.

Trabajadores y trabajadoras que prestaban servicio hace años como contratados se quedaron de un día para el otro sin trabajo.

En la TV Pública, se levantaron producciones históricas y de calidad como Cocineros Argentinos, Los Siete Locos, Filmoteca, entre otros, y dejaron de emitirse noticierons los dias feriados y fines de semana. Además hay un apagón informativo en las redes de los medios públicos con la supuesta finalidad de “unificar los criterios de difusión en redes sociales” para después “reiniciar la comunicación digital luego de una reorganización interna de las empresas”.

El comunicado sugestivo del gobierno aludió a un «proceso de reorganización» tal cómo se presentó y justificó el último gobiero dictatorial de Argentina:

La situación de les trabajadores de Telám se prolonga en el tiempo, son dispensados semanalmente mientras la histórica agencia de noticias permanece inactiva. Hasta el momento se iniciaron unos 300 retiros voluntarios.

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