Esta semana el procurador del tesoro, Rodolfo Barra, dictaminó que la Ley de Acceso a la Información Pública no obliga al gobierno a brindar información sobre las mascotas presidenciales. El dictamen llegó por un pedido de la Secretaria General de la Presidencia: Karina Milei.

Las preguntas recurrentes indagan sobre cantidad de perros, costos de su alimentación, raza, etc. Ahora Barra señala que esa información es “banal” y queda circunscripta a la vida privada del presidente. Se encargó de destacar que el mandatario pagó la instalación de las canileras en la quinta de Olivos de su bolsillo.

Hace unos meses el propio Milei en una entrevista a la BBC contó detalles del proceso de clonación de su perro muerto, Conan, y dijo tener “cinco” ejemplares de la raza mastín inglés.

«Usted lo que va a haber es que hay cinco caniles y cinco recreos» sostuvo, y detalló la personalidad de cinco perros, entre ellos Conan.

Por otro lado, en su bastón presidencial Milei ordenó tallar cinco perros, Conan -el difunto- Murray, Milton, Robert Lucas. La confusión es tal, que en las coberturas de esta semana algunos asumen que son 5 y otros 4:

La duda que subyace detrás de la insistente pregunta al presidente y su equipo, no es cuántos perros tiene Milei, sino cuántos perros ve Milei.

Es la misma duda que durante la campaña persiguió al economista. ¿Está en su sano juicio?

En el último tramo de la campaña no faltaron voces que le pidan muestras de estabilidad emocional al libertario. Allí ensayó un ritmo más calmo y presentó novia. A la luz de las entrevistas cuidadas que elige el presidente, la cordura no parece ser un factor importante para gobernar el país. Los diagnósticos por tv, prensa gráfica, y la preocupación de la embajada norteamericana por la salud mental de los mandatarios argentinos son parte del pasado. Por ahora.

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