Guillermo Pardo es reportero gráfico y en 1993 trabajaba para la revista Gente cubriendo la recorrida nocturna en restaurantes y boliches. En la disco New Yorck City alguien le presentó a Alfredo Astiz que estaba en el lugar. «Me lo presenta una persona, Astiz me dio la mano y me dijo no quiero foto. Yo conocía su historia, sabía que era una figurita difícil y por eso le saqué la foto», cuenta Pardo.

«El tipo estaba en el boliche y no tomaba alcohol», recuerda el reportero que decidió seguirlo y lo fotografió frente al espejo de un asensor. «Mientras bajaba del ascensor, abrí la puerta y le saqué la foto», repasa Guillermo. Esa misma noche otro fotógrafo fue agredido físicamente por intentar obtener una imagen esa noche.

La foto se publicó en la revista y luego fue citada en diferentes programas, a partir de allí el represor comenzó a ser identificado con más facilidad en la calle y ser blanco de escraches. En ese momento los genocidas gozaban de impunidad gracias a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

La entrevista completa aquí:

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