En los últimos días no faltaron voces que se entusiasmen con acercarse a Victoria Villarruel. Y no son exactamente voces libertarias.
Sergio Berni ya había dicho “a Villarruel la quiero en mi equipo porque veo una peronista, veo una persona con una impronta nacionalista, que es de lo que este gobierno tiene una carencia absoluta». ¿Sorpresa? Guillermo Moreno también le tiró más de un centro a la vice, «Ella es nacionalista, no cree en destruir el Estado» o “ha demostrado ser una mujer que se va a destacar en el futuro”.
El peronismo tiene experiencia alimentando monstruos, nunca salió bien. No hay que irse muy lejos en la historia para comprobarlo.
Esta semana fue presentado como un “paso de comedia” el ida y vuelta entre el senador José Mayans y la presidenta del senado, en el que llaman “jamoncito” a Milei. Mayans concluye sonriente “tenemos que profundizar la amistad”. La interpretación inmediata es el dedo en la llaga que representa la interna entre Villarruel y Milei. Pero, ¿a qué costo?
Ignorar lo que representa Victoria Vilarruel, es olvidar a los 30 mil. Lo saben en Jujuy las organizaciones que el viernes fueron a repudiar su presencia en la inauguración del Cabildo Histórico, en el mismo lugar donde funcionó un centro clandestino de detención durante la dictadura y que se reclama como espacio para la memoria.
Eva Arroyo de la agrupación Hijos Jujuy señaló que “Es una provocación. La hija, nieta, sobrina de militares. El tío de ella imputado por delitos de lesa humanidad, una persona negacionista que desconoce el robo de bebés, el terrorismo de Estado”.
Victoria Villarruel es la misma que visitaba a Videla y exigía “memoria completa”. La que junto a otros jóvenes reunía cartas para que el represor Ricardo Cavallo se sintiera acompañado. La que forjó un vínculo con otro represor de la ex Esma, Alberto González, un dato no tan conocido. Les recomiendo este hilo del periodista Juan Luis González, autor del libro “El Loco”.
Fue elegida democráticamente, eso no implica que debamos aceptar mansamente su mirada
negacionista.