El 15 de septiembre es el día Internacional de la Democracia, fue establecido por la ONU para generar conciencia sobre la importancia de consolidar las democracias. En el mundo sólo 7,8% de las personas viven en países que se consideran con “democracias plenas” según Economist Democracy Index (Índice de Democracia) del diario The Economist, que elabora este índice estableciendo un sistema de puntuación para las democracias de 167 países.

39,4% de la población está sujeta a regímenes autoritarios. Los países que encabezan el ranking de los más democráticos son Noruega, Nueva Zelanda, Islandia, Suecia y Finlandia. Los argentinos, según este registro de 2023, integran el espectro de “Flawed democracies”, es decir, democracias defectuosas, y se ubica en el puesto 54 del ranking.

Pero las condiciones de la democracia pueden cambiar mucho de un año a otro. Los argentinos decidimos celebrar los 40 años de democracia tirando manteca al techo, más o menos eso sería elegir democráticamente al gobierno más autoritario después de la dictadura. No fue una decisión del instante, las condiciones se venían gestando hace tiempo. Más tangibles que las causas que motivaron esa elección son las consecuencias:

1.Los indicadores de la Libertad de Expresión en nuestro país retrocedieron fuertemente desde la llegada de Milei a la presidencia. Vaciamiento de medios públicos, manejo arbitrario de la pauta oficial. Y además, las recientes restricciones a la Ley de Acceso a la Información Pública.

Opinar en un medio de comunicación o en una red social, supone para muchos una actividad que puede tener consecuencias. Al decir de Mirtha Legrand: «A veces da miedo opinar». Lo mismo sucede con comunicadores que son acosados por trolls o por el mismo presidente. El decir, la expresión, es una de las libertades que más retrocedieron en Argentina desde el cambio de gobierno.

2.La represión a ciudadanos que pretendan manifestar su disconformidad con alguna política, la modificación de leyes a través de decretos o el veto sobre leyes alcanzadas a través del consenso. La persecución mediante causas o allanamientos a representantes de organizaciones sindicales o sociales.

3.Se supone que el sistema democrático debe ser igualador. Raúl Alfonsín volvió alguna vez sobre su histórica frase y la reformuló: “Creo que con la democracia, se come, se cura y se educa, pero no se hacen milagros”. La democracia sola no puede, las políticas de Estado son fundamentales para garantizar inclusión. Milei le quita centralidad a la democracia en pos de una supuesta “libertad”, y entonces, básicamente, es la ley de la selva, los más poderosos se sirven de los más débiles. En poco tiempo se agravó el empobrecimiento de una población que encuentra dificultades para acceder a trabajo digno e ingresos suficientes para subsistir.

4.La constante reivindicación del terrorismo de estado y justificación de los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura, la visita de legisladores a genocidas y el proyecto para beneficiarlos con el retorno a sus hogares sellan estas suposiciones. Argentina es un país menos democrático que en 2023.

Mucho antes de la llegada del libertario al poder el problema de la “insatisfacción de la democracia” se instalaba en la política. La democracia que no da respuesta a las necesidades básicas de los ciudadanos, los problemas de representatividad de los partidos políticos históricos y la fragmentación política, un problema para nada exclusivo de nuestro país y que alimentó en varios países, como deriva, propuestas de extrema derecha.

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