El león se percibe cerca de la domesticación, sucedió en poco tiempo. Su rugido no es el mismo de antes, aunque lo intente. Algunos conductores que solían tratarlo con esmero y cortesía ahora lo desafían. Se saca selfies con radicales y organiza asados para la casta a la que tendrá que pedirle más favores. Depende de Mauricio Macri para moverse y eso lo irrita, ni siquiera se atreve, como en aquellos tiempos, a confrontar con el Papa. El sector exportador no le suelta un dólar y -por más que intenta congraciarse- el FMI tampoco.
El domingo pasado sintió un cachetazo inesperado y donde más le duele: la popularidad. Algo así como un millón de televidentes apagaron el televisor en el inicio de su Cadena Nacional, desmoronando el rating en 10 puntos. La medición fue más baja que un domingo promedio. Los palos y gases a los jubilados, de repente, se volvieron apagón.
La puesta en escena fue craneada por Santiago Caputo, el favorito al que Milei no le suelta la mano y que esta semana se volvió tendencia por su aspecto desmejorado.
Lo pensó todo como un gran espectáculo en donde el león puediera recuperar la escena, rugir contra la casta y recuperar el entusiasmo de un electorado que empieza a virar o intuir el fin de la paciencia. Horario central de domingo, cadena nacional, gran despliegue técnico vía TV Publica. Familia, novia, arrumaco con la vice, opositores para insultar, nada podía salir mal. Bajaron el programa de Susana Giménez para asegurarse. No alcanzó, el león se transformó en un minino que trata de hacer equilibrio entre la leña, a fuerza del ninguneo de la audiencia. El domingo Javier Milei hizo historia de la manera menos pensada. Intentará mejorar su performance el próximo sábado en Parque Lezama, con el lanzamiento de LLA como partido nacional.
Los números de las nuevas encuestas ratifican la tendencia a la baja sobre la imagen del presidente, el viernes se publicaron los números de la consultora Poliarquía que señala una caída de 7 puntos, a fuerza de aumentos y desocupación. El león se desinfla.