“Es increíble que un acto así pueda ocurrir en nuestro país”, dijo ayer el candidato Donald Trump después de que una bala “atravesara” la parte superior de su oreja derecha. El francotirador –Thomas Matthew Crooks– un joven de 20 años que fue abatido rápidamente, disparó desde el techo de una fábrica en Butler, Pensilvania.
¿Es increíble que un acto así suceda en Estados Unidos? La violencia política está instalada en la mayoría de los países, las redes sociales funcionan como un esparcidor instantáneo de mensajes de odio y suelen ser refugio de organizaciones de extrema derecha. Los líderes de ese espacio reavivaron discursos de odio para generar adhesiones y canalizar descontentos aquí y allá. El propio Donald Trump ha sufrido restricciones en sus redes luego del ataque al Capitolio de 2021 por parte de sus simpatizantes.
Un grupo de catedráticas norteamericanas de ciencias políticas de la Universidad de North Texas, realizó un estudio en 2016 en el que graficaron que los actos impulsados por el odio se incrementaron 226% en aquellos condados donde Trump realizó mítines de campaña.
Pero además, diferentes organismos solicitaron a Donald Trump, mientras fue presidente, que condene con mayor énfasis los crímenes de odio cometidos por grupos racistas en su país. Al contrario, luego de un tiroteo en un colegio de Florida, en 2018, propuso que los docentes porten armas dentro del aula. «Eso se llama porte oculto. Así un maestro llevaría una pistola oculta consigo, irían a recibir un entrenamiento especial y estarían allí», propuso.
La Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos es una de las aliadas de Trump, que está convocando a sus integrantes a “ser rebeldes” y votar por DT. A principio de este año el candidato había prometido, justamente en Pensilvania, proteger a los portadores de armas para que nadie se las quite. “Les prometo esto: conmigo en 1600 Pennsylvania Avenue, nadie pondrá un dedo sobre sus armas de fuego, tal como ocurrió durante cuatro años cuando yo era su presidente”, se comprometió entonces.
En nuestro país se está llevando a cabo, prácticamente en silencio, el juicio por el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner. Muchos de los funcionarios argentinos que expresan mensajes de solidaridad para con Norteamérica, no demuestran interés en que la justicia local indague demasiado. Incluso la ministra de seguridad -Patricia Bullrich- se mostró reticente a repudiar el atentado entonces, pero lo hace sin dudar ahora con Trump al compartir un comunicado de la oficina del presidente.
Todo hecho de violencia y ataque a la convivencia democrática es condenable. En Estados Unidos, Argentina, Brasil o Bolivia. Radica en los líderes y lideresas de la política la enorme responsabilidad de deponer sus discursos violentos y dar el ejemplo.
Me encantó la perspectiva que le diste al hecho.