En la plataforma electoral de La Libertad Avanza varios puntos detallaban el sistema de salud que el espacio gobernante imaginaba como ideal. El punto 17 proponía “promover leyes que permitan que tanto profesional como paciente puedan pactar los honorarios a pagar”.

Es díficil imaginar una discusión sin asimetrías entre persona enferma -y quizás sin recursos- y un profesional de la salud que debe poner precio y realizar la práctica. ¿Cómo sería regatear el precio para afrontar una enfermedad oncológica? ¿Conseguiríamos un mejor precio le caemos en gracia al profesional? ¿Qué márgenes de ganancia podrían establecerse?

Esto que parecía disparatado hace algunos meses, no parece tan lejano ahora. Para que los números le cierren al ministro Luis Caputo la motosierra caló profundo en lugares que cualquier “argentino de bien” hubiera preservado. Medicamentos para pacientes oncológicos, para enfermedades pocos frecuentes o pacientes con VIH, anticonceptivos, campañas de prevención, insumos en general, todo se redujo en grandes proporciones o dejó de enviarse a los centros de salud.

El panorama en las provincias es desolador y los sistemas de salud pública ya advierten una mayor demanda ante el aumento de las prepagas, las deficiencias de las obras sociales y la imposición de pagos de coseguros que muchos pacientes no pueden abonar. Todos esos pacientes son expulsados del sistema de salud privado y comienzan a solcitar atención en centros públicos.

Morir sin medicamentos

Hay un término que los pacientes oncológicos y sus familiares, que desde enero reclaman por medicamentos, repiten a modo de denuncia: Mistanasia. La palabra se emplea para describir “una muerte, miserable, precoz y evitable”.

Decenas de personas que transitaban alguna enfermedad oncológica fallecieron sin contar con sus medicamentos en Argentina en los últimos meses. Imagino que no alcanzan los silencios después de ese último punto, es díficil ponerse en el lugar de esas personas o sus familiares. Morir de cáncer sin tener acceso a los medicamentos. Este hecho concreto nos ubica quizás unos cuantos peldaños más cercanos al infierno que aquel punto 17 de la plataforma de Javier Milei. Al menos en esa instancia el paciente hipotéticamente podía discutir algo. En esta situación real el o la paciente se muere esperando el medicamento sin que nadie le brinde explicaciones.

La irregularidad como excusa y como resultado

La Ministra Sandra Pettovello denunció irregularidades en cada área que paralizó. La escalada de denuncias pareció desacelerar cuando las irregularidades aparecieron en su propia gestión: contratos tercerizados, ñoquis en su cartera, denuncias por aprietes, y dinero cuyo destino aún se desconoce. ¿Dónde está el dinero que ingresaba para pagar contratos de trabajadores inexistentes?

Cuando el retraso en la entrega de medicamentos se hizo público y comenzaron las presentaciones para exigir el funcionamiento de la Dirección de Asistencia Directa para Supuestos Especiales (DADSE), la ministra Pettovello denunció penalmente supuestas irregularidades en la adquisición de medicamentos por parte de la gestión anterior para justificar las demoras. El juez Ercolini rechazó la existencia de delitos en esas operaciones. De esa dirección dependen los pacientes que no tienen ningún tipo de cobertura para afrontar los tratamientos, muchos de ellos presentaron amparos judiciales. El gobierno nacional pretende trasladar la responsabilidad a las provincias aunque no los recursos.

En los grupos de pacientes en las redes sociales circulan los pedidos desesperados de diferentes tipo de medicación en todo el país. Si alguien tiene alguna caja o ampolla del medicamento buscado porque no lo utilizará lo dona solidariamente.

Ruben Reyna referente del grupo Cero Blastos confirma que aumentan los pedidos aunque “Ahora no hay tantas donaciones porque al paciente que le sobra tiene miedo de necesitarlo nuevamente y no le entreguen”.

Reyna asegurá que la situación no cambió demasiado desde que las denuncias por faltante comenzaron a realizarse de manera pública y que el gobierno dilata con apelaciones o excusas la entrega de los medicamentos, “No tenemos tiempos de apelación, el cáncer necesita de tratamientos constantes”, dice.

«La promesa (al paciente que reclama) es que está en comisión de presupuesto, pero lo cierto es que no se están entregando», detalló.

El Banco Comunitario de Medicamentos de la Fundación Tzedaká se dedica a distribuir de manera solidaria medicamentos .

“En lo que va de este año los precios de los medicamentos subieron más del 45%. Con la consecuencia que muchas personas con enfermedades crónicas discontinúan sus tratamientos, poniendo en juego su calidad de vida. Por eso invitamos a toda la sociedad a sumarse a esta campaña para asegurar el derecho básico a la salud de miles de personas en situación de vulnerabilidad”, explica Betina Rosental, directora Ejecutiva de la Fundación Tzedaká en las redes de la institución ante la convocatoria a una jornada de donación.

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